lunes, 25 de octubre de 2021

Ensayo #1



Principios de mi Ácrata Concepción Interiorizada


El puntapié inicial para poder lograr el establecimiento de un conjunto de directrices que, en su equilibrada yuxtaposición, dirijan de manera relativamente correcta las nociones de un pensamiento individual es clarificar concisamente aquellos principios, iniciando por los filosóficos, políticos, culturales, llegando inclusive hasta los estéticos, y los mayoritariamente individuales como los psicológicos o empíricos. La práctica de este ejercicio encuadrado dentro del marco dinámico del pensamiento permite sustentar las ideas por las que se llegan a plantear tanto explicaciones, como soluciones para los fenómenos y las problemáticas que llegan a aquejar, tanto internamente como exógenamente. Las bases para dicha fundamentación pueden, y deben de tener una considerable diversidad de ideas, nociones y axiomas, de las cuales echar mano avocándose a la teórica dimensión que se ha ido acumulando a lo largo de la historia, por lo que para poseer el suficiente grado de asimilación, concreción y amalgamiento en el pensamiento es indispensable el estudio de la mayor cantidad de fuentes bibliográficas, historiográficas y científicas para tratar hallar un mínimo resquicio de apego con la verosimilitud de los eventos que han condicionado las manifestaciones ideológicas sobre las que se sustentan los sistemas filosóficos, políticos y culturales que han manejado la interacción social de la humanidad. Así mismo también se hace necesaria la consumación de una ingente cantidad de tiempo dedicada a la tarea académica de repaso antes mencionada; pretender que el aprendizaje de una bibliografía acumulada por siglos pueda llegar a ser mínimamente asimilada en un corto periodo de tiempo raya en lo absurdamente imposible, ya que ni aunque se dedicaran las 24 horas de un día terrestre, durante lo variable cantidad de años que promediamente una persona pueda llegar a vivir, sería tiempo suficiente para poder afirmar que se posee la totalidad del conocimiento humano.

 

 

Este aviso no debe de tomarse como un desaliento para toda aquella persona que pretenda adentrarse dentro de las profundidades del conocimiento humano, a pesar de su efímera y corta existencia, en términos cósmicamente temporales encuadrados, es fascinante la tarea de asimilar las mayores cuotas posible de conocimiento humano, evitando caer en la necesidad del ego por afirmar una superioridad intelectual, y que esta abrume la necesidad del saber. La adopción del conocimiento no debería de ser etiquetada como una especie de competencia para alzarse por encima de los demás, y sobresalir a base a premios o reconocimientos, muchos menos para procurar la engañosa adulación de sus semejantes, o la servidumbre hacia aquellos a quienes la actividad intelectual beneficie directamente, o aluda a sus ideas interiorizadas. La necesidad humana de transcender la condición original bajo la que ha sido etiquetado para todo individuo es ineludible, de manera variable es alimentada por las diversas exigencias materiales, o de naturaleza metafísica, siempre apegadas a la sistematización que maneje la economía de intercambio de bienes y servicios necesarios para una calidad de vida que varía de clase en clase, junto con las normas que regulen el valor de las mercancías, así como de la actividad laboral. Junto con la necesidad de transcender se ha asociado la idea de la consecución de dicho objetivo haciendo uso de todos los recursos posibles, y cometiendo una diversidad de actos condicionados a estamentos morales cuestionables y totalmente faltos de ética, olvidando la empatía hacia los semejantes y hacía el entorno natural. Es innegable que el deseo de superación y la autorrealización como impulsadores de la transcendentalidad humana ha originado un progreso abrumador que ha llevado a la humanidad a convertirse en la especie dominante del planeta, sin embargo, es necesario tomar en cuenta las formalidades conductuales bajo las que se han formulado las dinámicas de distribución y generación de la productividad y riqueza que dicho progreso ha dejado.




Volviendo a la noción principal de este ensayo, cabe recalcar que la consecución de un grandioso amalgamiento ideológico de considerable nivel académico no es sinónimo de infranqueable sustentabilidad teórica, o lo libra del hecho de ser halladas falencias encuadradas en el marco epistemológico y ontológico de la estructuración del pensamiento. Constantemente deben de revisarse las bases teóricas para examinarlas y analizarlas, con el fin de apegarlas a los cambios dados en el contexto socio-cultural que viva la persona en cuestión. En muchas oportunidades se dará el hecho de que esta persona será sometida a un proceso de confrontación hacia sus certezas ideológicas, del cual, aunque con irregular resultado, se harán evidentes las fallas en la estructuración ideológica, por muy variable que sea la magnitud de su caducidad. Tal confrontación será de gran ayuda para ir reparando las fisuras existentes, no obstante, por muy diminutas que sean nunca podrá librarse por completo de tales falencias. Otra circunstancia que requiere de mención se da al momento de la adopción de dos o más ideas o nociones contradictorias, o contrarias en uno o varios de sus fundamentos, conseguir la conciliación entre sus diferencias buscando como resultado el acoplamiento sin caer en falacias o contraviniendo entre sí los discursos esgrimidos para defender dicha adopción, es una ardua tarea que requerirá de una metódica praxis epistemológica y ontológica, que en la mayoría de veces beneficiara a una idea o noción por encima de otra, o llegar al extremo de tener que desechar una o más de dichas ideas.

 

 

En los consiguientes párrafos me enfocare en enumerar y dar la explicación necesaria a esos principios teóricos que he adoptado, con los cuales he ido estructurando mi pensamiento para interpretar y dar explicación al entorno que me rodea. Cabe la aclaración de que los principios que se enumeraran a continuación no son infalibles, ni tampoco permanecerán inalterables conforme mi pensamiento evolucione en base  a la experiencia temporal. La transición a la práctica de estos principios es un proceso que aún se encuentra en desarrollo, con la posibilidad de que no llegue a concretarse a cabalidad, o al menos no al nivel que sería de mi completa satisfacción. Paso a enumerarlos.


Como primera condicionante viene la necesidad de identidad, la necesidad de autoafirmarme como X o Y ente. Por lo tanto, en mi condición de humano, me asumo como un ser pensante con la capacidad de la autoconsciencia en cuanto a los fenómenos manifestados en mi entorno. Sin embargo, que circunstancias me condujeron a asumirme de esa forma, o cuales son las resultantes de tal asumida condición. Para empezar la constitución de mi esencia ontológica es el producto de un conjunto de procesos transformadores que se han dado por el desplazamiento, la interacción y la manipulación de mi especie con la materia que compone su entorno. Por lo tanto, para construir los fundamentos de mi pensamiento debo obligatoriamente de supeditarme a las teóricas elucubraciones, epistemológicos alcances y metódicos descubrimientos realizados por aquellas personas que se interesaron en los campos de estudio existentes, o que existieron. Llegado a cierta edad surgió la inquietud por darle un basamento a mi pensamiento, un soporte que no hallaba en ninguno de los métodos de estudio a los que había estado sometido con anterioridad, por suerte para mis deseos intelectuales tuve al alcance de mi mano, una considerable cantidad de archivos bibliográficos dedicados a distintas ramas de la ciencia, personificados en la forma de libros. Por iniciativa propia me dedique a la lectura de muchos de estos libros, la mayoría de veces sin entender a cabalidad los conceptos que manejaban por tratarse de ideas y nociones de un nivel superior a mi entendimiento, sin embargo, proseguí con la autodidacta empresa que me había impuesto sabiendo que tal labor la desarrollaría por el resto de mi vida. Ya habiendo pasado aproximadamente 4 años desde ese inicio, sometiendo a la autocrítica, el nivel de entendimiento que he llegado a alcanzar a escalado considerablemente, pudiendo llegar a entender mínimamente libros que tratan sobre filosofía, historia, sociología, antropología, hasta llegar a otras temáticas tales como arte, estética, mitologías; todo sin olvidar la siempre necesaria literatura en forma de cuentos, novelas o poesía. Ese deseo inicial por el saber no ha menguado con el pasar de los años, sé que aún es muy temprano para considerarme un experto en alguna rama del conocimiento, incluso nunca me llegaría a considerar de tal forma, ya que dicha condición intelectual supondría una totalitaria sapiencia de la rama en cuestión, siendo esto imposible.






Conforme fui asimilando ideas al ser consciente de su existencia, tanto por sus nociones teóricas, como por sus resultantes históricas al haber sido llevadas a la práctica. Me dedique a sopesar sus pros y contras, dándome cuenta que ninguna de ellas poseía una dimensión de verdad absoluta que pudiera aplicarse a toda sociedad existente sobre el globo terráqueo, y que seguir tales ideologías ciegamente, elevándolas al nivel de dogma incuestionable, no era el rumbo que tomaría. Aunque hago evidente mi simpatía hacia cierto número de ideologías, soy consciente que al desplegarse prácticamente sus fundamentos han llevado a ser un instrumento para el sometimiento de otros seres humanos, una disyuntiva que ha padecido cada ideología llevada a la práctica sin excepción alguna. Esto debido al segregamiento que estas causan, no obstante, las ideologías por si solas no son las causantes de tales males, es el instrumento ontológico que estas han necesitado para ser concebidas, hasta para ser puestas en práctica: el ser humano. La especie humana reboza en imperfecciones y falencias, las cuales ha buscado ocultar o disimularlas en base a su intelecto superior con respecto al resto de especies animales con las que comparte el planeta. Desde mi individualidad decidí que desterraría la necesidad de creer ciegamente en X o Y idea, que adoptar una uniformidad en mi pensamiento sería constituyente de obstáculos para alcanzar lo que consideraba una auténtica comprensión del dinamismo humano en todas sus dimensiones existencialistas. Si bien seguiría las directrices de ciertos movimientos y corrientes, no me dejaría abrumar por el fanatismo, ni pregonaría una superioridad innata para con estas. Aprender el componente emocional fue de suma importancia para concretar el objetivo antes planteado, esto debido a que como ser humano estoy supeditado a padecer un conjunto de emociones y sentimientos que son emparentados con las ideas que mi entendimiento comprende. 

 


Conforme fui adentrándome a las distintas ramas del pensamiento, fui dándome cuenta de que, aunque cada una de ellas daba su propio enfoque, con el que intentaban dar explicación al cómo y por qué de los fenómenos, ninguna poseía una magnitud de completa aplicación para cada vertiente o contexto eventual sucedida dentro del recorrido temporal de la humanidad. Cada una a su modo, desde su particular perspectiva fomentaba una serie de compendios teóricos cuyos alcances significativos variaban en práctica realización. Una vez que leí algunos textos en donde se describían los fundamentos de las mismas, al someter esos mismos fundamentos a mi juicio crítico, y al tratar de asimilarlos con la dinámica realidad externa, me convencí de que entre estas corrientes del pensamiento se daba una especie de sentido de complementariedad, un tipo de rompecabezas en donde una vez se unieran un considerable número de piezas llegaba a visualizarse una visión más elevada en cuanto a  las respuestas que se intentaban hallar al ser establecidas las corrientes estudiadas. Por supuesto que no poseo los conocimientos suficientes en cuanto a la totalidad de estas corrientes, ni siquiera sobre la completa definición de las pocas corrientes estudiadas, sin embargo, me atrevo a afirmar que al buscar la manera de ir encajando las nociones epistemológicas se podrá hallar un sentido más ampliado que permita alcanzar un grado de verosimilitud más elevado. Debido al hecho de que todas las nociones estudiadas han sido formuladas por cúmulos de pensadores aupados a diversos conjuntos de ideas que varían su relevancia condicionadas por el contexto temporal y cultural que se halle en vigencia, de esa misma forma variara la validación que cada corriente de pensamiento pueda llegar a tener, padeciendo cada una de ellas de una etapa de prototípica estructuración, para pasar por una época de florecimiento y consolidación, hasta terminar cayendo en desuso sino es capaz de modificar sus estamentos, o bien sometiéndose a un proceso de evolutivo desarrollo que se apega a los cambiantes eventos, de donde se extraigan las renovadas ideas que condicionaran el dinámico devenir del pensamiento humano, y con el cual se dé pie al germen de los mismos eventos que engendren estas ideas, en un proceso de dependiente complementaridad. Por lo mismo pretender juzgar las obras, los autores y los códigos de conducta que dictaban la forma en que debían de darse las dinámicas de convivencia de las sociedades humanas, con las normativas de otra época que no sea en la que estuvieron vigentes, llegaría a caer en un absurdo intento de evaluación, del que claramente no podrían cumplir con los estándares morales y éticos de la actualidad, en la mayoría de los casos. Se hace necesario salvaguardar las distancias temporales, socio-culturales, epistemológicas y ontológicas al momento de proceder a realizar un análisis de las corrientes del pensamiento habidas y por haber.





Regresando a considerar mi inherente condición ontológica de ser humano, fui completamente consciente de las ventajas, limitantes, obstáculos y desafíos que tal condición me planteaba. Iniciando con las ventajas, podría enumerarlas comenzando con el hecho, que párrafos antes describí como la circunstancia de poseer la autoconsciencia de mi existencia, aunque catalogar tal hecho dentro de la categoría de ventaja vendría siendo hasta cierto punto engañoso, ya que llegar a alcanzar este tipo de autoconsciencia si bien me ha permitido consolidar un compendio de ideas y nociones que se han constituido en un salvamento al momento de padecer un sinnúmero de situaciones devenidas de la convivencia con mis semejantes, así mismo me ha planteado unas serias desventajas para el desenvolvimiento de mi persona en la sociedad en que ejerzo mi existencia, cayendo en una carencia de sentido que me motive a continuar replicando muchas dinámicas sociales, incluso orillándome a acumular pensamientos que podrían catalogarse como dañinos para mi salud mental, siendo los catalizadores de la toma de decisiones erradas que me llevaron a cometer actos, con los que dañe mi cuerpo y enferme mi consciencia. Aquella persona que busque dedicar tiempo al estudio del pensamiento humano, en la mayoría de los casos, tomara una especial sobre-consciencia en cuanto a la insignificancia de su ser, convirtiéndose en esta idea en la principal limitante para el elevamiento de su estructuración cognoscente. No obstante, en el interior de esta idea de efímera existencia se esconde el secreto para su superación, hallándose en la total aceptación de la pequeñez humana en cuanto a su entendimiento y maneras de asimilarlo a su entorno material. Una vez se deja de lado las desviaciones que se dan al imbuirse en una altiva ensoñación plagada de falsa divinidad, se puede continuar con rumbo ideológico trazado. A lo anterior mencionado se debe de añadir que debido a que poseo la condición de ser gregario por obligada imposición socio-cultural, todas las expresiones palpables e intangibles de mi existencia se dan dentro de las dinámicas de una sociedad en específico con sus contextuales peculiaridades engendradas por la sistematicidad ideológica, política y económica que rija durante mi vigencia existencial. Esto supone el tener que enfrentarme a los obstáculos exógenos que se me planteen en busca de satisfacer mis inherentes necesidades humanas en el interior del marco contextual que habito. Suponiendo la tarea de satisfacerlas en una rutina diaria que llega a absorberme grandes cantidades de tiempo medible, enfocando mis esfuerzos y empeño en realizar tareas que en la mayoría de ocasiones no sumarían ninguna cuota de trabajo a la obra que pretendo dejar como legado de mi existencia. Como una pieza más encajada dentro de la colosal maquinaria de las sistematicidades inherentes a la correlación de fuerzas productivas, yo debía de adquirir los medios para garantizar mi sobrevivencia enfocándome en trabajos mal remunerados, por los cuales no llegue a sentir ninguna clase de apego, debiendo de realizarlos por el simple hecho de que me daban la mínima sustentabilidad que necesitaba. Absorbían gran parte de mi energía diaria, por lo que al terminar la jornada laboral que debía de cumplir, me hallaba exhausto y con el único deseo de reposar mi cuerpo, y desconectar mi consciencia atiborrada de inútiles datos e información que nunca llegaría a necesitar fuera de las instalaciones en donde laboraba. Prontamente caí en la cuenta de que para sustentar mis inquietudes por el saber humano, debía de tener a mano la mayor cantidad de tiempo medible para dedicarlo al estudio y la lectura, derivando en que dentro la subjetividad de conceptos internalizada se cambiara radicalmente la definición de la palabra “ocio”, la cual en épocas anteriores asociaba con actos como la pérdida de tiempo, la falta de una rutina establecida, o la carencia de disciplina y constancia, Redefiniéndose como una necesaria acción para que mi consciencia pudiera desembarazarse de aquellas tareas que exigían su concentración, cambiando el enfoque de su atención a el repaso de la mayor cantidad de escritos y material del cual pudiera extraer ideas o nociones, que me ayudarían a fundamentar las bases de mis pensamientos interconectados. Mientras me adentraba a un nuevo rumbo de conocimiento se hicieron evidentes las falencias que padecía mi poca sapiencia, no tarde mucho en darme cuenta el bajo nivel que poseía en cuanto a los campos de estudio en los que estaba adentrando. En un principio llegue a experimentar una claudicación en las fuerzas para continuar con mi labor, no obstante gracias a que con anterioridad tuve contacto con ciertas nociones de la filosofía oriental, más específicamente una idea que rezaba de la necesidad del ego por alimentarse para exaltar la autoestima de su receptor hasta llevarlo a tener la creencia de su indiscutida superioridad, me repetí a mí mismo como un mantra, de que nunca llegaría a alcanzar ningún tipo de omnisciencia en alguno de los campos de estudio en los que enfocaba mi atención, al empeñarme en conseguir tal meta inalcanzable, solo me conduciría a la decepción y consecuentemente al abandono de mi labor. Liberándome de las presiones que mi propio ego me imponía, lo relegue a un rincón oscuro de mi concepción interna, y me dedique a continuar con el viaje epistemológico y ontológico que ocupara toda mi vida. 

 

 

Conforme iba incrementando la cantidad de conceptos aprendidos, tome consciencia de una nueva eventualidad que se hacía cada vez más evidente. Como anteriormente mencione de la multiplicidad de interpretaciones de la realidad objetiva, y como esas variables desembocaban en la concepción de una diversidad de compendios teóricos, que a su vez era las bases para la conformación de un abanico de ideologías aplicables campos políticos, culturales, filosóficos, etc. Añadiendo a la ecuación el factor determinante de poseer yo mismo, como ente pensante y consciente, una singular interpretación subjetiva supeditada a la construcción interna de mi juicio crítico, a partir de mis experiencias recabas a lo largo de la interacción realizada en el interior de las dinámicas sociales de intercambio comunicativo con mis semejantes, carácter innato, maneras de comportamiento causadas por las vivencias de castigo o recompensa, en fin, mi propia y única manera de ordenar las nociones que iba recolectando, y la forma en las que las iba relacionando y encajando una con otra. Fue de esta forma, que al enfrentarme a esta nueva faceta de la realidad, un tanto alejada de su revestimiento de uniforme objetividad, que en mi entendimiento se concibió una respuesta a la duda en cuanto al auténtico concepto o definición de la verdad, siendo esta idea cognoscitiva una esquiva ilusión cultivada desde milenios, una etiqueta autoimpuesta por aquellos que buscaban un aprovechamiento de las rezagadas concepciones e interpretaciones de sus semejantes, en aras de conseguir un beneficio material, o intangible, que derivara en la enfermiza acumulación de cuotas de poder y bienes materiales. La verdad fue definida por mi concepción consciente, como un estado de sapiencia inexistente, el cual estaba fuera del alcance de cualquiera con la original esencia de ser humano. No valdría la pena empeñar mis esfuerzos en alcanzarla, sería un desperdicio de tiempo y atención. Para mi condición humana era asimilable una categoría de conocedor a grandes rasgos del sentido de la existencia, sin ser capaz de profundizar en sus profundos significados, nada más me quedaba armar las respuestas complementarias que en mayor, o menor medida dieran tranquilidad a interiorizadas interrogantes. La fascinación que las ideas y nociones que iba adquiriendo se incrementaba, mis ansias por saber aumentaban, aunque constantemente reflexionaba en las implicaciones que traerían para mi consciencia el adquirirlas. De manera progresivamente lenta un proceso se desencadeno en mi consciencia, al ser capaz de reconocer esas dinámicas de implícita presencia, las cuales por haber permanecido el suficiente tiempo cayeron en el ámbito de la normalidad, adquiriendo una connotación de invisibilidad, y la incuestionable obediencia de los individuos que se manejaban dentro de sus directrices. Fue ineludible para mi percepción conectar las acciones, en apariencia aisladas, que componían el todo de la influyente sistematicidad de mayor escala en sus alcances dinámicos. Aunque al ser consciente de tal realidad imperceptible, no me desmarco de ser una pieza más acoplada a su funcionamiento. 





A pesar de que la autoimpuesta encomienda por desentrañar las ocultas vicisitudes de la existencia se vislumbre de compleja consecución, con la aparente libertad de la elección, tome la decisión de dedicar parte de mi vida a tal labor, así mismo asumo la brevedad de mi vigencia temporal la cual condiciona el alcance de los resultados que pueda llegar a obtener. Sopesando las implicaciones de dichas variables, he mentalizado y asimilado la idea de la insignificancia de mi obra, haciendo que mi labor contenga una caracterización de implícita inutilidad, tanto para la dinámica social contemporánea, como para el devenir histórico inmutable. Ni decir de intentar sobrepasar de alguna forma a la indiferencia manifiesta del entorno cósmico para con la existencia humana, o al intentar incorporarla con la magnitud eterna del todo cambiante, implicando ampliar las dimensiones teóricas de los fundamentos que llegue a utilizar, recayendo en la culminación de una cadena de acciones que para el entendimiento humano se torna imposible, haciendo inevitable la confluencia con la sensación del absurdo que finalmente llegara a anular todo el empeño y esfuerzo que pudiera llegar a dedicar. Por lo tanto, categorizar la labor impuesta como un pasatiempo se torna como la decisión más plausible, en aras de mantenerla indefectiblemente como una prioridad para mí. Al despojar a las conclusiones teóricas que yo pudiera formular de la seriedad con la que otras culminaciones teóricas han sido revestidas formuladas por otros pensadores, y verlas desde la simplicidad de unos esbozos epistemológicos y ontológicos de un ser humano con inusual gusto por el ocio cognoscente, las dotaran de una maleabilidad conceptual que evitara sean tomadas como dogma, o tergiversadas para antojo y beneficio de individuos, grupos o sistemas alejados de mis ideales filosóficos y políticos.

 

 

Escribo este compendio de ideas y nociones como un intento de permanecer para la posteridad, como un desafío a la muerte para demostrar que tal estado de nulidad no significa la total aniquilación del individuo. Así mismo actúo movido por el miedo más arraigado dentro de mi emocionalidad, el pavor que me causa el olvido, saber que durante lo que duro mi vida no haya sido capaz de crear o concebir una mínima idea u obra, por la que valga pena ser recordado. Resistiendo dentro del mar de consciencias que componen mi entorno fraternal, espero que algunas pocas de ellas lleguen a captar los mensajes que intento transmitir, y que estos puedan llegar a ser de utilidad para su propia búsqueda interna por un sentido. Plasmare a través de todos los medios que sea capaz de utilizar, las nociones que se formulen en el interior de mi dinámica consciencia, encuadrándolas dentro de los soportes que faciliten su difusión, manteniendo el sentido estético que nazca de mi sensibilidad. Este blog se convertirá en el reflejo de lo que mi consciencia al ser influenciada por la magnitud vital, llego a ser, en donde procurando alargar su vigencia transmutará su formalidad esencial pasando a coexistir en una realidad virtual de desconocidas proporciones, dotando de realismo a la profética idea de la trasferencia de la consciencia humana a un soporte virtual para evadir la mortalidad. Carente de aspiraciones económicas, o de autorrealización egocéntrica, simplemente anhelo que mis pensamientos e inquietudes lleguen a ser leídas en la perpetuidad que la dimensión virtual lo permita.  




#ensayo #filosofía #lectura #vacua #consciencia 





 






No hay comentarios:

Publicar un comentario

Vacua Consciencia 2.0